La Argentina Manuscrita

habían adquirido. Y pasó tan adelante que aún de cinco peces que pescaban, querían uno, y lo propio de los venados y otras cosas que cazaban y tenían algún valor. Con lo que todos los soldados se disgustaron grandemente, y dijeron al Adelantado que no querían pasar adelante, pues los oficiales reales se metían en cosas tan menudas, pidiéndoles el quinto, y haciéndoles tan manifiestos agravios, de que se temía que en cosas mayores serían más.

El Adelantado por aplacarlos mandó a los oficiales reales no tratasen de aquello de ninguna manera, porque Su Majestad no era servido que de cosas de tan poco valor se le pagase quinto; y que cuando esto quisiese, él de su hacienda, por excusar molestia a los soldados, ofrecía a Su Majestad cuatro mil ducados cada año, que era lo que se le daba de salario. Con lo cual se evitó por entonces el molestar a los soldados, aunque no por eso los oficiales reales dejaron de quedar sentidos. Por lo que, por su parte, y la de otros soldados y capitanes, requirieron al Adelantado, se volviese a la donde tenían que hacer cosas de su oficio y del servicio de Su Majestad, y darle cuenta del estado de la tierra. Con que vino a condescender en lo que se le pedía, volviendo, aunque con notable desconsuelo, por no poder conseguir lo que pretendía, que era hacer aquel descubrimiento. Y así se volvió al puerto donde había dejado los navíos.

Embarcándose, bajó por sus jornadas hasta llegar a la con algún aprovechamiento, porque trajeron de aquel viaje más de tres mil almas de servicio, con que este pueblo tuvo acrecentamiento, y se abasteció de comida y de otras cosas necesarias a los españoles. Luego el Adelantado determinó reprimir los indios , que cada día inquietaban a aquella república, haciéndole muchos asaltos, así en el servicio, como en los indios amigos y chacras. Para cuyo remedio salió en persona con 300 soldados y 1000 amigos; y estando informado donde estaban recogidos, se fue a largas jornadas a ponerse sobre ellos, que era un lugar muy acomodado, porque tenían por frente el , y por espalda una laguna que aislaba el sitio, y no más de una puerta en que tenían un baluarte de madera muy fuerte.

Reconocidos por el Adelantado los sitios, comenzó a batir, mandando que en este mismo tiempo pasasen a nado los amigos la laguna, y entrasen con gran denuedo a tornarles el sitio y hacerles todo el daño que pudiesen. Con cuyo buen efecto los españoles entraron con facilidad, rindiendo a, los indios, y llevándolos a fuego y sangre, aunque los de dentro vendían muy bien sus vidas, peleando con valor.

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La Argentina Manuscrita. ISSN 1668-0001. https://n2t.net/ark:/69774/rgm2020. CC BY 4.0