La Argentina Manuscrita

Al fin, matándoles mucha gente, y prendiendo los más que pudieron ser habidos, fueron ajusticiados los más culpados, y el resto se trajo a poblar a cuatro leguas de la reduciéndolos con otros indios más benévolos, llamados . Con lo cual se volvió el muy gozoso, aunque enfermo de unas cuartanas que días había le traían desasosegado. Todo lo cual pasó el año de 1542, con lo demás que en este capítulo se ha dicho.

Capítulo IV

Cómo los oficiales reales y otros capitanes y caballeros, prendieron al , y de lo demás que sucedió

Después que el volvió de la guerra que tengo referida, se ofreció luego despachar al maestre de campo a la provincia del , a pacificar los indios de aquella comarca que andaban turbados con algunas alteraciones: para cuyo efecto mandó apercibir 250 soldados con cantidad de amigos, llevando consigo algunos capitanes. Partido que fue de la , determinaron los oficiales reales poner por obra lo que muchos días había tenían determinado; para cuyo efecto secretamente convocaron sus amigos y otras personas de su satisfacción para prender al Adelantado, diciendo convenía al servicio del Rey; y asimismo que gobernaba tiránicamente, excediendo en todo la orden de Su Majestad e instrucciones que su real consejo le había dado: dándole color y razones tan aparentes, que movieran a cualquiera que no estuviera muy sobre sí.

Quien más atizaba este fuego era , hombre sedicioso, altivo y amigo de novedades: al cual le nació esta enemiga, de que en cierta consulta el Adelantado se había disgustado con él, y habládole con desabrimiento, por haberle él ocasionado, y fue de manera lo que se alargó con el Adelantado, que obligó a su sobrino a que le tirase una puñalada. El guardó todo esto para esta ocasión, en la cual supo persuadir a los con quienes trataba este negocio, que sin ninguna dificultad los trajo a todos a su voluntad; y fue a propósito el haber salido fuera el maestre de campo y otras personas de cuenta, amigos del Adelantado, el cual como se dijo, vino enfermo de las cuartanas, y al presente estaba en la cama purgado, como lo dijeron algunos que supieron como sucedió el caso, y que fueron sabedores algunos de sus criados: en especial Antonio de Navarrete y Diego de Mendoza, su maestre de sala, que tenía particular amistad con el contador, y aun posaba en su casa.

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La Argentina Manuscrita. ISSN 1668-0001. https://n2t.net/ark:/69774/rgm2020. CC BY 4.0