Cuzcotoro, y en un acomodado valle fundó una población, haciendo regidores y oficiales, de que luego fue contradicho por . Y despachado de ella a Diego Pantoja a impedir esta población y prender a Andrés Manso, por ser intruso en su jurisdicción, fue resistido por él en un peligroso paso, donde le arcabuceó con sus soldados: por manera que el alcalde Diego Pantoja no pudo pasar adelante; y persuadido de Martín de Almendras y Cristóbal Barba, volvió a la ciudad. Con esta ocasión Andrés Manso alzó su gente y pasó adelante a un pueblo de , llamado Sapirán; y saliendo a los llanos de Taringui, distante doce leguas, sobre un mediano río, asentó su real, haciendo allí su población, donde los indios de toda la comarca le acudieron de paz y le dieron la obediencia. Y estando en este estado, despoblaron los Chiriguanos un pueblo que se había fundado en la barranca junto al río , 40 leguas de , matando al capitán Pedraza, Antón Cabrera, y a los demás pobladores; y hecho este daño vinieron sobre la población de Andrés Manso, y poniéndole cerco una noche, y pegando fuego a todas las casas del pueblo, tomando las puertas, mataron con facilidad a los que salían fuera, y con poca resistencia fueron todos acabados, sin que escapase ninguno. De este desgraciado suceso quedó a esta provincia el llamarse los Llanos de Manso, que es un término dilatado y continuo hasta el río del Paraguay, que está al Este; y bojeando para el Sur la sierra, está en la gobernación del , y por el Poniente termina en las tierras del , donde nace y corre el río que llaman Yetica, que ocupa los pueblos de los de aquella frontera, que es el propio que los indios del llaman Pilcomayo. Fue antiguamente esta provincia muy poblada de naturales, y de gran multitud de gente, y al presente es cosa muy cierta estar toda despoblada y desierta, así por las continuas molestias, trabajos y servidumbre ordinaria que les dan los españoles, como de las crueles guerras, muertes y cautiverios en que han sido asolados de los : de tal manera que ha sido, y es la más cruel y detestable tiranía; porque sola la sed de sangre humana y rabia mortal han destruido innumerables naciones, como ya en otra parte se ha dicho.