revuelto, que muchos clérigos y eclesiásticos eran contra su Obispo, y la mayor parte de los seculares contra su General. A cuya causa vivían los unos y les otros con gran cuidado y recato. Y habiendo entendido el General que trataban de prenderle, hizo algunas diligencias en este caso, prendiendo algunas personas sospechosas, y entre ellas al provisor ; y llegándose el tiempo de la venida del Gobernador , se determinó el General bajar a Buenos Aires a reconocer la boca del , y ver si llegaba el Gobernador. Para cuyo efecto mandó aderezar dos bergantines y algunos barcos y canoas hendidas, en guajo abajo, con 200 soldados, llevando consigo preso a , con intento de echarle de la provincia a la gobernación del , aunque hasta entonces no estaba descubierto aquel camino. Partido con su armada, llegó a los anegadizos de los Mepenes; y pasando adelante, entró por el Riachuelo de los Quibacas, y bajando a la Bandereta, salió a la boca del río Salado, donde tuvo comunicación con los de aquella tierra; y prosiguiendo su viaje llegó a Gaboto, y entró por el Varadero a salir al río de las Palmas, de donde reconoció la isla de Martín García, saliendo allí a darle la paz algunos indios de aquellas islas. De aquí atravesó aquel golfo a la isla de , de donde despachó un bergantín a, la isla de Flores cerca de Maldonado; y no habiendo en toda aquella costa muestra de gente española, ni de navíos, dio vuelta a , y de allí tomó a la otra parte del Sud a vista de Buenos Aires, dejando en todas partes señaladas cartas y avisos de lo que se ofrecía, para los que viniesen de España: aunque de allí adelante todas las veces que vino a cuento mandó romper con los indios naturales del río, sin admitirles paz ni amistad alguna, haciéndoles la guerra a sangre y fuego, por muy livianas cosas. Con que se vino a entender que su pretensión era cerrar la entrada y navegación de aquel río. Y después determinó despachar, por el río Salado arriba, al provisor, y echarlo a : y navegando por él algunas jornadas, no pudieron pasar adelante, por estar muy cerrados de árboles, y bancos de arena, por cuya causa dieron vuelta a la armada; la cual pasados cuatro meses volvió a la ciudad de la , donde halló el General las cosas que trataban de prenderle o matarle. Y habiendo sabido este trato, mandó él prender algunas personas de sospecha, y entre ellas un caballero llamado Pedro de Esquivel, natural de Sevilla a quien mandó dar garrote, y cortar la cabeza, y ponerla en la picota; con lo cual todo el pueblo se turbó. Y con