Relación de un viaje al Río de la Plata

y de allí por tierra al Perú con observaciones sobre los habitantes, sean indios o españoles, las ciudades, el comercio, la fertilidad y las riquezas de esta parte de América

sin embargo, para mayor seguridad, cruzan frente a Montevideo hacia el , porque es más ancho y tiene tres brazas y media de agua en el lugar menos profundo. Todo el fondo es fangoso, hasta dos leguas de Buenos Aires, donde se halla un banco de arena; allí toman para que los conduzcan hasta un lugar llamado , justamente frente a la ciudad, distante un cañonazo de la playa, adonde no pueden llegar más buques que los que tengan licencia del ; aquellos que no tengan semejante permiso, están obligados a anclar una legua más abajo. El río está lleno de peces, pero de todos ellos apenas hay siete u ocho clases que sean comestibles. Hay abundancia de esas ballenas llamadas Gibars y lobos marinos, que comúnmente paren sus cachorros en la playa, y cuya piel es adecuada para varios usos. Me contaron que cinco o seis años antes de que yo llegara allí, el río se quedó casi en seco durante algunos días, no conservando más agua que una poca en el canal central, y en realidad tan poca que la podían atravesar a caballo, como uno puede hacerlo en cualquiera de los ríos que desembocan en el de , en los cuales hay también muchísimas nutrias, con cuyas pieles se visten los salvajes.

Mantenido por hdlabconicet


  • 2025 Relación de un viaje al Río de la Plata. https://n2t.net/ark:/69774/rdv1943
  • Biblioteca digital. ISSN 3072-7715
  • CC BY 4.0
  • Marcelo T. de Alvear 1694 – Buenos Aires (CABA) – Argentina
  • secrit@conicet.gov.ar / hdlabconicet@gmail.com
  • Teléfono +54-11-4129-1158