, que se realizó por cuenta de la ciudad con máquinas muy sorprendentes. Primero apareció allí un buque arrastrado por salvajes, con carga de unas cien toneladas, con sus cañones y tripulación de hombres vestidos con curiosos uniformes; sus anclas, cuerdas y velas agitadas por el viento, que felizmente soplaba a lo largo de la calle por la cual lo llevaban hacia la gran plaza pública, donde tan pronto como llegó, saludaron a la compañía con la descarga de todos sus cañones. Al mismo tiempo un caballero español, representando a un emperador del Oriente llegado para felicitar por el del Príncipe, descendió del bajel escoltado por seis caballeros y un hermoso cortejo de criados que conducían sus caballos, en los que montaron para ir a saludar al Presidente de Los Charcas; y mientras estaban haciendo sus cumplimientos, sus caballos se arrodillaron y se mantuvieron en esa postura, ya que antes les enseñaron esa prueba. Fueron después a saludar al Corregidor y a los jueces de Campo, de quienes, una vez que obtuvieron licencia para correr la sortija contra los defensores,
Relación de un viaje al Río de la Plata
y de allí por tierra al Perú con observaciones sobre los habitantes, sean indios o españoles, las ciudades, el comercio, la fertilidad y las riquezas de esta parte de América