para transportar nuestras mercaderías desde Buenos Aires a Potosí y desde Potosí a Buenos Aires, a razón de veinte coronas por ; cuatro mil coronas más para procurar evitar ser registrados y visitados a nuestro regreso a España; y, en fin, algunos otros gastos, tanto en impuestos de entrada cuando desembarcamos nuestras mercaderías en España, cuanto por otras cosas imprevistas, que no llegaban a sumas importantes.Estos fueron casi todos los principales renglones de nuestros gastos, los cuales fueron deducidos y pagados, comprobándose entonces que el provecho había sido del doscientos cincuenta por ciento, comprendiendo lo obtenido por los cueros, que llegó a 15 libras cada uno, siendo ese el precio ordinario, aunque no costaban sino una corona de primera mano; y también lo que se obtuvo de los pasajeros, de los cuales llevábamos más de cincuenta a bordo, tanto de ida como de vuelta, lo que no era poco considerable: porque un hombre que no tenía más que su cofre pagaba ochocientas coronas y los demás pagaban proporcionalmente a su pasaje y dieta.
Nos dijeron en Santander que los barcos holandeses que habíamos visto en Buenos Aires, llegaron felizmente a Amsterdam: pero que el embajador español, habiendo sido informado que venían del y que traían de allá una prodigiosa cantidad de plata y otros productos, tanto por
