que uno de ellos no pudo obtener por ningún medio licencia para comerciar allí, pero que el otro, habiendo llegado antes, en una oportunidad en que el gobierno se veía obligado a enviar un mensaje muy importante a su Católica Majestad, relacionado con el servicio, tuvo la suerte, por la promesa que hizo de llevar a su bordo el correo que se despachaba a España, de encontrar medios de disponer de todas sus mercaderías y de traer de vuelta un rico cargamento. Con lo cual decía la verdad pura; porque tuvo la prudencia, antes de llegar al puerto, de desembarcar sus mercancías más ricas y dejarlas en una isla más abajo, reservándose sólo aquellas de más bulto para ser expuestas a la vista de los oficiales; de las cuales había hecho una factura falsa al precio del país, separada de la general, habiendo hecho que el valor de su cargamento ascendiera a 270.000 coronas. Convino con el en dejarle esas mercaderías, siempre y cuando le proveyera en cambio de 22.000 cueros a una corona la pieza, 12.000 libras de lana de vicuña a 4 libras 10 sueldos por libra y 30.000 coronas de plata para pagar los gastos de equipar su barco; lo que se realizó satisfactoriamente. Pero bajo el pretexto del trato y mientras cargaban en su barco el cuero, el capitán por bajo mano vendió sus más ricas mercancías
Relación de un viaje al Río de la Plata
y de allí por tierra al Perú con observaciones sobre los habitantes, sean indios o españoles, las ciudades, el comercio, la fertilidad y las riquezas de esta parte de América
