pudo dar conmigo: así que felizmente llegué a Francia, al puerto de Socoa, donde por este medio salvé el fruto de mis trabajos y largo viaje. El buque grande que dejé en la rada de no tuvo suerte tan favorable y se puede decir que fue hundido en el mismo puerto: porque habiendo dejado la rada para ganar rápidamente la de Santurce, a fin de asegurar todas las mercaderías que llevaba a bordo, excepto cuatro mil cueros, de los cuales daba cuenta su permiso de desembarco, y habiendo comenzado a poner seiscientos cueros a bordo de un barco holandés que encontró allí, el mal tiempo le obligó a entrar al puerto de donde primero saliera, donde le fue confiscado todo el cargamento para uso del , bajo el pretexto ya citado de que no tenía permiso de su Católica Majestad para el viaje.
Mientras sucedían estas cosas, el sargento mayor de Buenos Aires llegó a Madrid; y el , habiendo hecho examinar las informaciones que traía, las cuales insistían principalmente en la necesidad que existía de que se enviaran nuevos suministros de hombres y municiones para aumentar las guarniciones de Buenos Aires y de Chile, asegurando mejor el país contra las empresas extranjeras y también contra las tentativas de los salvajes de Chile,
