su encargo, nos toleró, por tácito consentimiento, que hiciéramos nuestro negocio, y que nos lleváramos cuatro mil cueros; pero teniendo nosotros grandes relaciones con los comerciantes de la plaza, hicimos nuestros negocios tan bien, que bajo la sombra de ese permiso, vendimos todas nuestras mercaderías y trajimos de vuelta un rico cargamento, en plata, cueros y otros productos: después de lo cual, sin pérdida de tiempo, emprendimos viaje a España.
A nuestra llegada a la ría de la Coruña, en Galicia, recibimos aviso por las cartas que N... nos envió a los puertos de toda la costa, que había una orden del Rey de España de apresarnos a nuestro regreso, porque habíamos estado en Buenos Aires sin licencia. Al saberlo resolvimos (después de haber enviado las cartas y prisioneros que nos habían sido encomendados al Gobernador de la Coruña, por conducto del sargento mayor de Buenos Aires, que vino por los asuntos de aquel país en nuestro barco) salir de aquella ría y marchar a seis leguas de allí, a la rada de , donde encontré un buquecito en el cual embarqué la mayor parte de las cosas que me pertenecían y las de mis amigos. Habiendo recibido aviso de ello el Gobernador de la Coruña, detrás de mí, para detenerme; pero usé de tanta precaución y diligencia que nunca
