Es tan do de es ta suer te a po de ra dos
los In cas los Pi za rros a lle ga ron
y sien do del Pe rú bien en te ra dos
la tie rra en bre ve tiem po con quis ta ron
Los Gua ra nís sus dien tes a ce ra dos
a le gres con tal nue va a pa re ja ron
pen san do que har ta rí an sus vien tres fie ros
de la san gre de a que llos ca ba lle ros
El co ra zón pe dí a la ven gan za
de sus pa sa dos pa dres que ha bí an si do
de la tie rra Ex tre me ña a es pa da y lan za
ex pul sos co mo a rri ba ha béis o í do
Mas vien do de Pi za rro la pu jan za
te mie ron de pa sar y a sí han te ni do
por se gu ros los mon tes des po bla dos
sin ser a gen te hu ma na su je ta dos
De a llí ha cen ha za ñas es pan to sas
a sal tos hur tos ro bos y ra pi ñas
con tra ge ne ra cio nes be li co sas
que es tán al re de dor cir cun ve ci nas
En sus ca sas es tán muy te me ro sas
co mo u nas hu mi llí si mas ga lli nas
con so bra do te mor no che y ma ña na
te mien do de que ven ga el Chi ri gua na
Estando de esta suerte apoderados
los Incas, los Pizarros allegaron,
y siendo del Perú bien enterados,
la tierra en breve tiempo conquistaron.
Los Guaranís sus dientes acerados
alegres con tal nueva aparejaron,
pensando que hartarían sus vientres fieros
de la sangre de aquellos caballeros.
El corazón pedía la venganza
de sus pasados padres, que habían sido
de la tierra Extremeña a espada y lanza
expulsos, como arriba habéis oído.
Mas viendo de Pizarro la pujanza,
temieron de pasar; y así han tenido
por seguros los montes despoblados,
sin ser a gente humana sujetados.
De allí hacen hazañas espantosas,
asaltos, hurtos, robos y rapiñas,
contra generaciones belicosas
que están al rededor circunvecinas.
En sus casas están muy temerosas,
como unas humillísimas gallinas,
con sobrado temor noche y mañana,
temiendo de que venga el Chiriguana.
Estando de esta suerte apoderados
Los , los allegaron,
Y siendo del Perú bien enterados,
La tierra en breve tiempo conquistaron.
Los sus dientes acerados
Alegres con tal nueva aparejaron,
Pensando que hartarian sus vientres fieros,
De la sangre de aquellos caballeros.
El corazon pedia la venganza
De sus pasados padres, que habian sido
De la tierra Estremeña a espada y lanza
Expulsos, como arriba habeis oido.
Mas viendo de a pujanza,
Temieron de pasar; y así han tenido
Por seguros los montes despoblados,
Sin ser a gente humana sugetados.
De allí hacen hazañas espantosas,
Asaltos, hurtos, robos y rapiñas,
Contra generaciones belicosas,
Que estan al rededor circunvecinas.
En sus casas estan muy temerosas,
Como unas humillisimas gallinas,
Con sobrado temor noche y mañana,
Temiendo de que venga el .